Tercer Tiempo
- Ecléctica colectivo multidisciplinario
- 11 ago 2020
- 3 Min. de lectura

Por Mon Rodrigo
Cuando el árbitro da el silbatazo final, o bien, terminaste los dos turnos de cocina; después de una larga jornada de trabajo, empieza el tercer tiempo.
El tercer tiempo, es donde los compañeros de equipo se convierten en amigos porque la cocina profesional al igual que el fútbol en cualquiera de sus modalidades, la victoria o la derrota dependen del esfuerzo de todos, sin importar puesto o la posición; los errores individuales afectan al colectivo y los aciertos son en beneficio de todos, palabras de aliento, mentadas de madres, amargas discusiones, lesiones, cualquier sinsabor o diferencia durante los dos tiempos, durante el rush del pase de la comida y cena, son olvidados al fragor de los fermentados y destilados con sus respectivos aderezos en algunos casos. La caguama banquetera o la cuba cantinera siempre sabrán mejor con el triunfo, pero igualmente serán un bálsamo para la derrota.
Durante ese período es como cada uno da su versión de la acción; cada uno desde su perspectiva y su particular punto de vista. ¡Es increíble ser testigo de cuántas versiones diferentes puede haber de una sola acción!
Conforme pasa el tiempo, los protagonistas pasan del odio a la autoridad, -llámese árbitro, entrenador, chef, gerente o patrón-, para darle paso al bullying entre iguales; risas y burlas por los errores cometidos; anécdotas jocosas o reconocimiento de los aciertos del héroe en turno. Al paso del tiempo y de las bebidas espirituosas, los protagonistas alteran su versión inicial de sus actuaciones, pasadas y presentes, con promesas futuras para los integrantes sobrevivientes a esas alturas del tercer tiempo. Es cuando los comunes se vuelven héroes y los héroes se convierten en leyendas.
En mi nueva normalidad, sin sustancias que alteren mis sentidos, observo y disfruto cada versión, cada etapa, no sin a veces preguntarme para mis adentros: "¿Y eso cuándo chingaos paso? ¡yo estaba ahí y eso no es lo que vi! pero no entro en controversias, ni desenmascaro a quien con tanto entusiasmo altera la realidad poniéndole más crema a sus tacos.

Hoy en día, cuando se llega al engrandecimiento de la amistad, a la hora de las netas y empiezan las necedades, es cuando pido mi cambio a los dioses del destino y me retiro.
Al día siguiente o en algunos casos a la semana siguiente, me entero de las reseñas de aquellos que se prologaron en este tercer tiempo hasta dos días después de finalizar el juego o haber terminado el turno. Estos terceros tiempos han sido motivo de divorcios, pleitos, suspensiones, castigos, pérdidas de empleo, salud o con consecuencias de accidentes graves.
En la mayoría de los casos basta una mirada de complicidad para entender el fragor de la batalla librada durante el tercer tiempo. Yo no evangelizo a nadie, cada quien sus cubas y el efecto que le hacen, ni me hago de la boca chiquita, en mis años mozos, yo fui un gran protagonista de míticos y prolongados terceros tiempos, en donde se forjaron lealtades y amistades que han seguido vigentes a través de muchas décadas. Esas semillas de comunión e identificaciones se cultivaron y dieron frutos durante el tercer tiempo. Sin ir más lejos mi actual proyecto y próximo trabajo nació de un tercer tiempo en el Ajusco.
En este artículo quiero hacer un homenaje a todas esas personas presentes en mi vida hoy en día. A las que formaron parte de ese extra tiempo alrededor de un partido de fútbol, una cascarita, de un evento, de un restaurante, hotel o antro.
Siempre en equipo seremos más fuertes, el esfuerzo colectivo y la creación de alianzas es fundamental en tiempos de crisis como los que vivimos hoy en día. La empatía creada alrededor de una pelota de fútbol o de la preparación de un platillo para alimentar y nutrir, es la que me ha dado fuerza para poder disfrutar mi vida, solo por hoy, un día a la vez.
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