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Mis inicios en este maravilloso mundo de la cocina

  • Foto del escritor: Ecléctica colectivo multidisciplinario
    Ecléctica colectivo multidisciplinario
  • 28 jul 2020
  • 3 Min. de lectura


Por Chef Mon Rodrigo


Un día en pleno ayuno de 7 días, sentado en una banca del museo de Arte Contemporáneo en Chapultepec, en la Ciudad de México, decidí que una gran opción para mi futuro era aprender a cocinar. Hace ya 35 años de eso.


Mis argumentos para esa decisión hoy siguen siendo vigentes. Aquí los comparto:

  1. Sabiendo cocinar podía viajar y siempre encontrar trabajo; no importaría dónde estuviera.

  2. Siempre sería bienvenido, en cualquier lugar.

  3. En mi carta astral, al caer la luna en cáncer, aparecía que mi misión de vida era alimentar a la gente.

  4. Había estudiado administración de empresas y ya llevaba 10 años en el mismo ramo de entretenimiento. Para salir de la vida de los antros y poner mi propio negocio, lo único que me faltaba aprender, era cocinar.


De las muchas opciones, elegí la carrera técnica en el CESSA de 2 años; ahí encontré mi nueva pasión. Algunas veces salí de trabajar del antro y pasaba a mi casa a bañarme y ¡en vivo y a todo color, estaba listo en mi clase de las 7:00 am!


Fue tanto mi gusto y pasión por la cocina que decidí dejar todo, incluyendo el bar que iba a abrir como socio, para abordar un avión que me llevaría a España. Llegaba a tierras españolas con trabajo, casa y comida. Me fui con 300 dólares en la bolsa; la mitad de mi dinero se fue en la fiesta de bienvenida.



A los dos años de estar viviendo en España, se abrió un nuevo mundo para mí al ingresar a una maestría de cocina mediterránea gourmet. Ese nuevo mundo, mundo lleno de técnicas, de conocimientos sobre los productos utilizados y métodos de la gastronomía gourmet, me cautivó. En la maestría tuve la oportunidad de tomar clases magistrales, con los mejores chefs catalanes aún vigentes. Ellos nos brindaron clases formidables donde nos mostraron su visión genial de la cocina.



Esta maestría fue el inicio de un fantástico viaje laboral en diferentes restaurantes -algunos de ellos con 3 estrellas Michelin-, hoteles 5 estrellas, banquetes, comisariados, entre otros lugares tanto es España como en México. Por mi experiencia y estudios sobre alta cocina internacional, pude adentrarme también en el mundo de la docencia, trabajando en mi Alma Mater, el CESSA (oficialmente Centro de Estudios Superiores de San Ángel). 


Es así como inició mi peregrinar en el maravilloso mundo de la cocina, en el cual nunca terminas de aprender. 

Al paso de los años, uno gana experiencia, pero pierde esa emoción inicial; sin embargo, durante esta pandemia del covid-19, ante la necesidad de reinventarse uno, fue que he desempolvado mis libros y mis apuntes renaciendo en mí esa pasión inicial pero esta vez más sabio y con la experiencia de los errores cometidos y aprendizaje de todos estos años.



Hoy, a través de cursos en línea y mis nuevos proyectos estoy como niño es juguetería, compartiendo mi experiencia y con ello he podido sufragar los gastos diarios porque, al cerrar los restaurantes, perdí temporalmente mis ingresos…


Disfruto lo que hago y, como siempre he dicho, soy de los pocos afortunados que se dedican a lo que les gusta. Mi trabajo, más que una profesión, es una pasión y una forma de vida. Para mí cocinar es nutrir, alimentar y no solo el cuerpo, si no también la mente y el alma. Es crear de una necesidad que es comer, un momento inolvidable. Es crear emociones, vivir experiencias y disfrutar la vida.



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