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La música, la sal de la vida

  • Foto del escritor: Ecléctica colectivo multidisciplinario
    Ecléctica colectivo multidisciplinario
  • 28 ago 2020
  • 4 Min. de lectura


Por Mon Rodrigo

Indudablemente el condimento por excelencia en la cocina es la sal, que no sólo potencializa y realza los sabores, ayuda a la conservación de estos, mejora la textura, la terneza y la estabilidad de estos.


Condimento histórico de origen mineral, creador de rutas comerciales, guerras e intercambios culturales, de hecho, se llaman salarios porque que se pagaba el sueldo a los centuriones en el imperio romano con sal. 


Cuando hice una investigación de la sal me quede maravillado de sus usos y características, si quieres enfriar rápidamente una bebida o alimento agregas agua, hielo y sal, para llevar un líquido a ebullición más rápido te ayudas con sal, para apagar el fuego provocado por el aceite lo mejor es echarle sal, para curar un sartén o wok para que no se pegue la comida quemas sal, de la misma forma que para que se deshaga el hielo en los caminos y carreteras se les echa sal. Se usa como antiséptico para heridas y puede servir para ahuyentar plagas, en el mundo esotérico se usa la sal para poner como límites de protección.



El cuerpo humano necesita de este mineral esencial para funcionar correctamente, que contribuye a que el cuerpo este bien equilibrado, introduce agua en las células, ayuda a que el sistema nervioso trasmita impulsos al cerebro y ayuda a la relajación muscular entre muchos beneficios.



Como todo en la vida, todo es veneno nada es veneno, depende de la cantidad. Lo que me lleva a recordar que durante mi viaje mochilero en 1989, flotando en el aceitoso mar muerto, donde no hay vida por su alto índice de salinidad, escuchaba en mi walk man  “ Baby, can I hold you” de Tracy Champman que la había visto en concierto ese verano mientras vendía globos en una isla cercana a Oslo,, donde relacione que la sal de la vida era la música, por un lado podía ver las montañas de Jordania, por otro el oasis natural de la reserva de Ein Gedi y lo que hacía mágico el momento era la música. Cada vez que escucho esa canción me acuerdo de ese momento.  Al salir me entere de la demolición del Muro de Berlín en donde había estado sentado tres meses antes para tomarme una foto con la puerta de Brandeburgo de marco de referencia. Y todo lo recuerdo al escuchar esa canción como si fuera hoy.


Y eso tiene la música y la comida, que pueden trasportarte en el tiempo y en el espacio para llevarte a un momento inolvidable en tu vida, trasmiten impulsos en el cerebro y relajas los músculos creando eso momentos donde todo se detiene y eres uno con el universo, por unos segundo, minutos, horas o días eres completamente feliz y por muy efímero que sea el momento perdura en tu memoria para siempre. Solo basta escuchar la canción o un determinado olor o sabor para trasportarte a ese momento especifico de tu vida donde fuiste feliz.


Tengo innumerables recuerdos tanto por una comida como por la música guardados en mi alcancía de momentos felices donde en los tiempos difíciles recurro a determinada canción, a determinada comida.


En las cocinas la música ha sido motivo de alegrías, discusiones, burlas y despidos a causa de ella, si me preguntan por momentos felices en mi vida la música, siempre ha sido ese condimento que como sal potencializa el sabor, terneza y le da una textura única a la situación.



Cuando era Chef instructor en el CESSA perdí el debate ante mis iguales para permitir la música que yo si dejaba a los alumnos escuchar en las clases prácticas, los relajaba y ponían más atención en lo que estaban haciendo. Y tenía comprobada que había menos conflictos y accidentes.  En el Gargantua i Pantagruell en Barcelona perdí mi trabajo al negarme apagar la música cuando el hijo del dueño de mala gana me ordeno apagarla cuando estábamos en la preparación, cabe destacar que influyo más que tras entre la discusión le dije que era un niñato de mierda, que si no fuera por su papa no sería nada, que por no apagar la música. Upss se me salió.


Cada vez que oigo “Noches de Bohemia” de Navajita Plateada indudablemente me lleva a la cocina de La Borda Lobato de Baqueira Beret en los pirineos españoles, cuando oigo rock pesado me trasporta a la cocina del Abac en Barcelona cuando teníamos mucho trabajo y teníamos que acelerar el paso, Estopa me trasporta a la cocina de La bufona en Meira, Moaña en Galicia, La Trakalosa y Calibre 43 me llevan a la cocina Cottolengo en Mérida. Y asi en cada cocina que he trabajado.


Si pudiera explicar mi momento perfecto siempre sería llegar a la cocina, elegir la música, servirme una bebida y ponerme a cocinar. Lo he hecho siempre, llego antes que nadie a la cocina, escojo mi música y disfruto el momento, cuando he estado de vacaciones y cocino para amigos o familiares no es diferente. Para mí la música es la sal que le da sabor a mi vida.


“La música está a nuestro alrededor

Lo único que tienes que hacer

Es escucharla”

Agust Rush (película)


Mi inspiración musical:



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