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Que la chancla que yo tiro, no la vuelvo a levantar…

  • Foto del escritor: Ecléctica colectivo multidisciplinario
    Ecléctica colectivo multidisciplinario
  • 25 jun 2020
  • 3 Min. de lectura


Por Angélica Pérez del Valle

Ojalá, ojalá esto fuera cierto, porque en esta ocasión, esa chancla ha sido el instrumento protagónico de la educación y la pedagogía de varias generaciones de niños. Incluso esa dichosa, “chancla voladora” aparece en las historietas de Mafalda siendo el legendario “Manolito” quien un buen día decidió levantarse y al pie de la cama y en ropa interior hizo una fuerte declaración: “Estoy harto de la escuela, entienden, harto, así que finish, no voy más… y no me vengan con discursitos que ahora sí no me van a convencer” y en el siguiente, cuadro aparece manolito hablando con Mafalda en el colegio y diciendo con cara de apuro: Hay que ver la oratoria que tiene la chancla de mi mamá.

Y como esa historia tan bien representada por Quino, este gran dibujante argentino, hay tantas otras que hablan del poder del convencimiento de la chancla como instrumento de educación en el hogar, pues a donde la mano de la madre no llegaba, llegaba la voladora.

Sin embargo, hoy en día se conocen más instrumentos de educación que conllevan algo más que buena puntería. Maga Albarrán psicóloga, pedagoga, conferencista, escribió alguna vez sobre lo que ella le llama despensa emocional, y que es un básico para la educación de los nuevas generaciones y esta incluye cuatro “A”s.

AMOR

Este tiene que ser muy parecido al amor de Dios, debe ser incondicional. Es ese amor que no dice no te amo porque, sino, a pesar de… no te amo porque obtengas sólo dieces en el colegio, sino a pesar de tus ceros; Lo peor que podemos decirle a un hijo es que no lo queremos, esto crea en él gran inseguridad.


ATENCION

Escucha a tu hijo, que sepa que es importante para ti, que lo que te cuenta te interesa, mírale a los ojos cuando te esté reseñando su partido de fútbol, que te transmite patada por patada y pase por pase. Tal vez no te interese el balompié, pero si te importa tu hijo, regálale tu tiempo. Los triunfadores siempre tuvieron a alguien que los animara a hacer lo que parecía imposible.

ACEPTACIÓN

Hay que orientarlo, pero respetando que es otro, no compararlo nunca ni con el niño de enfrente, tan educado y lindo, ni con su propio hermano ya que esas comparaciones hacen odioso a aquel con quien lo comparas y hace sentir a tu hijo devaluado. Debemos pensar: éste es el mío, éste es el que yo amo, sea feo, greñudo o inquieto.

APROBACIÓN

Anima a tu hijo, sólo así alcanzará la excelencia. En lugar de reprocharle lo que dejó de hacer, elogia lo que sí hizo, aunque sea poco, él necesita el aplauso. Había un niño al que no le gustaban las zanahorias, cada vez que las comía sus papás le aplaudían, después ya no ponía atención al sabor de las zanahorias, saboreaba el aplauso.

Así con esta despensa básica emocional, podremos fincar mejores generaciones; generaciones seguras, éticas, educadas con valor y con valores porque vaya que se necesita tener valor para seguir el camino recto. Maga Albarrán lo aconseja y lo aplica, hoy sus hijos y nietos son hombres y mujeres felices, no se te antoja que tus generaciones también lo sean. Tira tu chancla y no la vuelvas a levantar… si ella pudo

tú porque ¿No?

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