Un destino anunciado
- Ecléctica colectivo multidisciplinario
- 8 nov 2021
- 5 Min. de lectura

Por: Ricardo Barraza
IG: rbarraza6909
Face: Ricardo Barraza
Sabía que tenía que pasar y pasó. Muchas veces había soñado con el momento en el que el mundo sacudiera sus entrañas y nos tirara de la cama; del espacio cómodo en donde estuviéramos.
Ese marzo de 2020 me sentí como el insecto de Kafka que amanece sin entender por qué no se puede incorporar. Intento tras intento, y nada.
No es que me considere un tipo catastrofista, por el contrario, me defino como alguien en busca de retos y experiencias cargadas de adrenalina y riesgos de esos que te ponen la carne chinita solo con imaginarlos.
Pero también me inclino a apoyar las filosofías humanistas/existencialistas, esas provocadoras y con alto cuestionamiento respecto a la esencia del hombre en este mundo. Aprovecho el paréntesis para compartirles que El Ocaso de los Ídolos es de mis libros preferidos, al igual que Esperando a los bárbaros, otro de mis consentidos.
Todo marchaba como de costumbre ese año, hasta que el remolino asiático empezó a expandirse por el globo y, como era de esperarse, alcanzó a México.
A ciencia cierta no se tenía la suficiente información con respecto a ese enemigo misterioso e invisible causante de muertes y destrucción masiva en China. Lejos se veía la amenaza, pero cerca se sentía el riesgo. Como cuando caminas en la oscuridad y los nervios se apoderan de ti, susurrándote que algo malo te puede pasar en cualquier momento.
A tientas, en medio de la cascada informativa provocada por la incertidumbre, avancé con cierta normalidad en mi vida cotidiana.
Y sucedió. Las escuelas cerraron, las actividades recreativas y de esparcimiento también echaron candado a sus puertas, después los trabajos no esenciales anunciaron trabajo semipresencial, incluso algunos países prohibieron acceso a sus territorios para viajes de turismo.

Ya era una realidad, el Coronavirus había cumplido su promesa de convertirse en pandemia y con ella y sin saberlo, nos acercábamos a una nueva forma de vivir.
El Covid 19, como finalmente se dio a conocer a nivel mundial, provocó en mí un sentimiento difícil de verbalizar pero fácil de aplicar en mi día a día. Ya lo explicaré más adelante.
Las primeras muertes causadas por el acelerado contagio me aterraron; de inmediato pensé en mi familia, en mi madre, hermanas, sobrinos y gente cercana en estado vulnerable.
No dejaba de pensar en las consecuencias de la enfermedad, se escuchaban historias de terror y lo peor es que cada vez eran más cercanas, les pasaba a personas que conocía y más aún, quería.
Cambió mi manera de ver y entender las cosas. Mi trabajo como funcionario público en la Cámara de Diputados motivó mi interés por ocuparme, dentro de mis posibilidades, a la realización de materiales de difusión y de comunicación de lo que desde el Poder Legislativo se estaba haciendo.
El confinamiento duró poco para mí ya que al declararse la función legislativa como prioritaria, la presencia en la oficina me obligó a dejar la modalidad a distancia en aproximadamente 4 meses. Y a partir de entonces, cada semana se me hacía la prueba PCR, contabilizo un promedio de 80 pruebas ininterrumpidas.
LOS HABITOS FUERON MIS ALIADOS
A lo largo de mi vida he intentado mantener una máxima que me ha ayudado siempre a regresar a un punto de partida, o punto de equilibrio; es como mi kilómetro cero. La disciplina y el orden me han acompañado ya por muchos años.
A veces, en broma y no tanto, pienso que hubiera sido un buen militar. Pero ya a mis 52 años creo que estoy lejos de poder utilizar un traje verde oliva y seguir los códigos de tan importante responsabilidad, en fin, eso queda en el tintero para otra historia.
Pasados los primeros meses tuvimos una junta familiar en casa en donde establecimos algunas reglas que nos permitirían, así lo consideré, mantenernos a salvo ante ese enemigo poderoso que no se veía, pero se sentía como el aire de invierno que te quema la piel.
Las escuelas estaban cerradas aún y la actividad social cada vez era más limitada. La advertencia oficial de ´quédate en casa´, se aplicó.
Y las reglas fueron estas:
1.- Mantendremos los días de la semana tal y como los conocemos y los vivimos en una vida normal. El lunes será lunes y no viernes o domingo. NO alteraremos el orden semanal.
2.- Los horarios de desayuno, comida y cena se respetarán como en un día habitual.
3.- Adaptamos espacios de la casa para realizar ejercicio. Descargamos algunas apps para seguir entrenamientos in door.
4.- Reduciríamos alimentos altamente calóricos, y aplicaríamos la sana distancia… pero con la alacena y el refrigerador.
5.- Los fines de semana serían de esparcimiento; sábado comida con buena música y juegos de mesa, películas y series. Los domingos los tradicionales desayunos-comida (brunchs), de esos me encargaba yo.
6.- Ropa cómoda durante el día, pero no pijamas. Y el baño diario.
7.- Cada uno se encargaría de tener arreglado y limpio su cuarto. Además, las labores de la casa se repartirían entre todos.
Estas fueron algunas de las condiciones que tratamos de establecer y respetar en la medida de lo posible durante los meses más trágicos de la pandemia.
En mi caso, la lectura y algunas reflexiones que por ahí debo tener en diferentes cuadernos, fueron acicates para no perderme en la desesperación del encierro.
Había momentos de absoluto silencio en la casa, como si de pronto el tiempo se detuviera y congelara cada movimiento que estuviéramos haciendo, ni el perro ladraba.
Los hábitos ayudaron un poco en no perdernos en el bosque oscuro de la confusión y desesperanza. Mantuvimos lo más que pudimos las reglas, estiramos la liga, aunque a veces parecía que se rompía. Era un juego de resistencia con nosotros mismos.
MIS IDEAS DESTACADAS
¨Y resulta que cuando ya teníamos las respuestas nos cambiaron las preguntas. Hoy, a unas horas de iniciar una nueva normalidad, nos invaden incógnitas que nos llevará años y años responder. La cuestión es si empezamos de cero y nos reinventamos por completo, o echamos una mirada al pasado y emulamos algo de lo que los clásicos aportaron a la civilización moderna…¨ (14 de junio 2020)
¨El momento actual será parte de ese tiempo que cobija mis actos y vela mis pensamientos. Solo el tiempo me enseñará, a su estilo y bajo sus más íntimas y celosas condiciones, los aprendizajes y experiencias, las cuales emergerán en un tiempo indefinido pero preciso. Tener la capacidad de esperar es ir de la mano del tiempo y no darle la espalda; hagamos del tiempo nuestro aliado y así quizá entendamos un poco mejor nuestro camino¨. (6 de junio 2020)
¨Hoy hemos aprendido a perdernos el miedo, a explorarnos, a recorrernos, a procurarnos, a cuestionarnos, a reclamarnos incluso; a navegar por vetas estrechas unas, y anchas otras. Pero ninguna ajena a nosotros. Ahora vamos y venimos con la clara convicción de conocer hasta la vereda más oscura y que quizá en su momento fue intransitable. Hoy somos y estamos más completos que antes; aprendimos a convivir con la única persona que nos acompañará por el resto del tiempo¨. (11 de mayo 2020)
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