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El día que acallé la pesada voz de mi mente.

  • Foto del escritor: Ecléctica colectivo multidisciplinario
    Ecléctica colectivo multidisciplinario
  • 19 oct 2020
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 11 dic 2020


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Por Ginebra Matinski Cannabis


Hoy le echo un vistazo a mi vida pasada hace unos meses y la comparo con mi presente y me sorprende lo que veo. Apenas hace unos meses mi mente no cesaba, mi corazón latía a mil, constantemente sentía subes y bajas internamente y mis pensamientos no tenían fin, no había un tope, no era capaz de frenarlos ni al dormir. Mis sueños eran pesados, raros, locos, de terror. Mis noches comenzaron a hacerse cortas, cada día dormía menos. A veces me topaba con mi pésimo buen amigo el Sr. Insomnio, entraba a casa y se quedaba sin invitación por varios días a veces días seguidos, otros tanto se hacía el mudo, un día hablaba intensamente, otros tantos se callaba y me dejaba por ratos. Poco a poco fue causando estragos en mi y mis pensamientos tenían más fuerza. Parecía que el desbalance de mi cuerpo al no descansar era el alimento perfecto para mis pensamientos acelerados y mi voz interna pesada ya me hablaba con megáfono. Mis subes y bajas se hacían cada día más constantes, más fuertes, mas inestables y mi cuerpo comenzaba a manifestar esos desbalances internos. Mi cuerpo manifestaba sudoración en las manos, el aire me faltaba, mis ojos habían perdido su brillo, cada día eran más opacos, a pesar de mi voz mental pesada alcanzaba a escuchar mi voz interior a lo lejos pidiendo a gritos ayuda.

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El ruido de mi mente fue en aumento hasta que en medio de la angustia y la ansiedad mi mente colapsó, mi voz interna se calló y mis pensamientos dejaron de hacerme sufrir. El día que pude poner un stop y enfrentar todo el desastre interno que tenía, pude darme cuenta que los espacios de silencio entre mis pensamientos aumentaban y la paz y la quietud se sentían de nuevo.

De pronto un día alcance el estado de paz, el famoso estado zen.

He aprendido que hacerme dueña de mis pensamientos, de aquellos pensamientos que me han poseído, esos pensamientos están absolutamente en mi control. Comprenderlos, verlos, no engancharme, sentirlos, vivirlos, dejarlos pasar y vivir el momento presente es lo único que tengo, lo único que es real y lo único que me permite estar en congruencia y por ende en paz.

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Claramente pude palpar los síntomas de la paz interior en mí. Me di cuenta de que cuando no actúo con una base de miedo por las experiencias pasadas me paro en mi presente, en mi realidad, en lo único que tengo hoy. Mi pasado y mi futuro no toman fuerza, mis experiencias pasadas no se paran hoy aquí, por lo tanto, no hay porque perder el equilibrio y si hay cómo sentir la paz. El día que me descubrí disfrutando el instante, soltando sonrisas de manera fácil por doquier, agradeciendo todo, absolutamente todo lo que sucedía y me rodeaba, los juicios ajenos no me afectaban, yo tampoco los hacía, ¡ni a mí ni a nadie! ¡Sentía una cierta incapacidad para preocuparme y créeme, esto sí es un síntoma grave! Y ahí comenzó el siguiente gran regalo, una tendencia creciente a dejar que las cosas ocurrieran, en vez de hacer que ocurran. Y de inmediato comencé a sentir una creciente susceptibilidad a vivirme en amor y querer extenderlo entre los demás.

“Una vez que pruebas el éxtasis de la paz, no quieres salir de aquí.”

Ginebra Matinski Cannabis

Gina Mata Mota

Terapeuta Transpersonal y Sanación Integral

Chef Medicinal

Instructora de Kundalini Yoga y Meditación.

FB: Gina Mata Soul & Health Coach    

 
 
 

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