Biografía del silencio
- agustín estrada
- 20 jul 2020
- 2 Min. de lectura

E. Hopper, Morning Sun (1954), óleo sobre tela, Museo de Arte de Columbus (Ohio)
Por Agustín Estrada Fernández
Desde pequeños, qué caray, vivimos rodeados de prejuicios y caminamos por caminos marcados que nos indican por dónde debemos ir para ser lo que se espera de nosotros. Lo que otros esperan, claro. “Fulano no es buena compañía”, “estudia esto; te irá mejor”, "traes el pelo muy largo, córtatelo”, “eso es una locura”. Son consejos tan llenos de prejuicios que vienen de personas que, aunque nos quieren, muchas veces no saben de lo que están hablando, y nos conocen menos de lo que creen. Es como si a un lo hubiesen hecho en una línea de producción, como a la mayoría: primero la defensa, luego los faros y las luces, después los parabrisas y finalmente la pintura. En el caso de aceptar esos consejos para agradar a los demás y quedar bien, es cuestión de tiempo para mandar casi todo al demonio y renegar de todo. Es entonces y sólo entonces -al ir por la libre- cuando uno empieza a vivir de verdad: tropezando, cayendo y levantando; cometiendo locuras inolvidables y errores que no lo son tanto, tomando decisiones, celebrando aciertos, atesorando secretos, llorando decepciones y fabricando recuerdos. Sin prejuicios es como se vive la propia vida y se va conociendo eso que uno se hubiera perdido de haber seguir ciegamente los caminos marcados por los demás. Cuando uno le es fiel a su conciencia y la Voz que en ella habita y le dice por dónde caminar, el “porque sí” y el “porque no” ya son razones de peso que ayudan a navegar. Para llegar hasta aquí, sin embargo, hace falta un elemento importante. Esencial. El silencio. Diario y durante un buen rato. Por eso este libro de hoy del que no podemos decir una sola cosa: es maravilloso • AE

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